lunes, 7 de septiembre de 2015

El futuro es un país extraño

De entre los libros que ha dado esta casi década de crisis en nuestra sociedad occidental, el que más ha quedado en mi mesa de lectura es El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis global del siglo XXI, de Josep Fontana (Ediciones Pasado&Presente, 2013). No sé bien la razón. Tal vez porque, en su momento, también me cautivó El pasado es un país extraño, de David Lowenthal (1988), recogiendo el verso de la canción. Así que pueden operar en mi mente afinidades estéticas que desconozco.
El libro viene a desencantarnos. A decirnos que aquella teoría ilustrada de Gibbon (1781) o de Condorcet (1795) en la que «cada edad del mundo ha aumentado, y sigue aumentando todavía, la riqueza real, la felicidad, el saber y tal vez la virtud de la especie humana» es una falacia. Ciertamente que en los últimos 250 años los avances en bienestar material, derechos sociales y disfrute de libertades han sido notables en una parte de la sociedad. Pero no ha obedecido a una regla interna de la existencia, sino a diversos factores, entre los que se encuentran las luchas colectivas y solidarias por la consecución de ello, y a las concesiones del capital ante el temor a subversiones revolucionarias, lo que tiene su edad de oro de 1945 a 1975.
A partir de los ochenta, las diferencias de enriquecimiento entre clases pudientes y trabajadoras van en aumento y, paralelamente, se forma el frente contra los sindicatos reivindicadores. La crisis de 2007-2008 monta la campaña para ir privatizando los servicios públicos, en aras a la lucha contra el déficit surgido por los abusos de la especulación financiera, apoyada desde la política, cuyo costo recae a las espaldas de la gente de a pie.
Y ahí andamos, entre la búsqueda popular de movimientos que recuperen la capacidad de presión, y los señuelos que envía el sector financiero a través de la política, los cuales parece que van ganando nuestras afecciones y pensamientos –pues ya se sabe que se actúa como se ama y se ama como se piensa.

P. D.: Resulta difícil de explicar el empeño de mucha gente en que la aten más corto.

4 comentarios:

  1. La economía parece un ecosistema de delicado equilibrio. La pugna por la riqueza le da forma a lo largo del tiempo. Uno querría pensar que unas veces la unión permitiría que ganaran más unos, otras veces otros. Pero, en realidad, pocas veces los movimientos sociales coincidieron en el tiempo con una superpotencia, como en la postguerra, que los favoreciera como una sombra que inspiró temor.
    Tal vez la teoría ilustrada del "aumento" tenga connotaciones arraigadas a su tiempo y que ese "aumento" no signifique lo mismo que ahora.

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    1. El aumento significa algo más que lo que se tiene. Y ello parece que no es muy posible. Tal vez, tampoco sería necesario si lo que se tiene está aprovechado mejor.

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  2. Siemrpre tengo pendiente el atreverme con los estudios y los ensayos. Gracias por la información.

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    1. Leer ensayo nos cuesta a (casi) toda la gente.

      Además, segun van las tendencias, parece que se quedará como una lectura de margen.

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