lunes, 9 de febrero de 2015

Alcohol y literatura

Hay épocas en la escritura asociadas al consumo de alcohol y estupefacientes, tal la de la generación beat en Estados Unidos en el tercer tercio del siglo veinte. Parece que las musas estuvieran muy a gusto en los vapores etílicos y que la capacidad creadora fuera pareja con la capacidad consumidora de sustancias estimulantes.
Ahora, sin embargo, estamos en el puritanismo del cuidado de la salud. No queda bien visto airear costumbres insanas. Las generaciones jóvenes se forman entre comidas sin excesos y a base de patearse el campo y la montaña para respirar aires puros. La inspiración se sienta a la mesa de trabajo frente a la ventana abierta.
Así que releo con gusto La leyenda del Santo Bebedor, de Joseph Roth (1894-1939), tenido por uno de los escritores centroeuropeos más consistentes del siglo veinte (junto a Musil y a Broch), en la que el protagonista se ve continuamente impelido por los efectos de la absenta a retrasar el cumplimiento de una promesa: devolver a Santa Teresita de Lisieux, en París, una cierta cantidad de dinero que le han regalado. El autor, por supuesto, escribe con conocimiento de causa, pues es dado a las tertulias hasta la madrugada llegando a ese límite en que no queda clara la línea en la que se sitúa la ebriedad. (También es cierto que escribía por la mañana, sin beber nunca).

Carlos Barral, que confiesa «mi respeto cultural a la embriaguez y mi asco a los abstemios», realiza un pequeño prólogo a este texto que se reedita constantemente desde que se tradujo en 1981 (la original es de 1939), en el que se posiciona contra el apostolado de la temperancia, pues «Todos sabemos, sin necesidad de reclamar la asistencia de los ángeles o de los dioses, que el borracho hace cosas imposibles. ¿Quién no ha traducido, con exactitud y con gracia, lenguas que ignora por completo? ¿Quién no ha reconocido como hermosísima a una persona que la ceguera del vulgo señala como fea? ¿Quién no ha dialogado, y con provecho, con estatuas inexistentes que nunca han sido y jamás serán esculpidas?».

7 comentarios:

  1. Todo tiene cabida en la literatura. Desde alguien que ve la belleza de una flor en su simpleza hasta aquel que la ve doble de bella,.

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  2. Maravilloso comentario. ¡Qué preciosidad!

    Gracias.

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  3. No lo he leído, pero un Santo Bebedor debe de ser curioso.

    Gracias.

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    1. Ya lo creo. Tiene una distendida tensión que lo hace atractivo.

      Gracias.

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  4. Cuando Carlos Barral comenta "mi respeto cultural a la embriaguez y mi asco a los abstemios" yo entraría en total desacuerdo con él.
    Un abrazo.

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  5. Sí, Conchi. Creo que se refiere al aspecto negativo de la gente que es puritana en esto y, luego, corta las alas a quienes están con ella.

    Un abrazo.

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