lunes, 29 de septiembre de 2014

Días únicos

Algunos días, la Camarera, los vive igual que si fueran los únicos de su vida. Dice que los presiente al despertar. Entonces se levanta, abre el balcón y no se encuentra con preocupaciones. No importa que las golondrinas ‒hace ya un tiempo‒ hayan volado hacia el sur o que, al ir camino del trabajo, vea que han podado hasta los huesos al sauce más hermoso de la rivera. Nada de recuerdos que alteren su jornada. Yo lo veo al entrar en el café aunque esté vuelta de espaldas. Su cuerpo tiene el aura del día único. Al volverse, sus ojos inundan mis barbechos. No, no estamos enamorados. Le pregunto qué es lo que más agradece de estos días. «No sentir rencor por nada ni por nadie», me dice, y me pone tres tejas de sésamo con sus blancos dedos.
En estos días ‒para estos días‒ rebusco en mis bolsillos, colmados de papeles. Ahí está El puente que cruza la luna, el diálogo de Tess Gallagher con su marido muerto, Raymon Carver (1938-1988):
Si me quedo mucho rato junto al río
en noches de luna,
no creáis que mi atención obedece
a lo meramente estético, aunque
eso salve a la luz del día.
Sólo lo que alguna vez llamamos adoración
tiene los pies lo bastante ligeros como para transportar
a los vivos por esa brecha de fulgor.
Y quién dirá que no he cruzado el puente
porque lo haya utilizado como testigo,
para que el agua siguiera siendo agua
y las incongruencias de la luna cartografiaran
la unión de la que estaba segura.

Y es que hoy, a la Camarera, no le importa el extrañamiento.

2 comentarios:

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.