viernes, 1 de febrero de 2013

¿Para qué las bibliotecas?

Me lo dice la Bibliotecaria, que en estos días está bastante desazonada. «Toda esta gente mangante ha pasado por ellas», me suelta, sin darme tiempo a asimilar lo que me habla, y se pierde en los pasillos estantes camino del Depósito.

Me digo que puede tener su razón, que quien más quien menos de quienes acaparan primeras planas han tenido sus épocas estudiantiles. Cierto que no es que hayan dado muchos palos al agua en oficios del vulgo (digamos vulgares), pero es que tampoco han tenido tiempo para ello, pues de bien cachorros han emprendido la senda del servicio al pueblo. Admitamos, también, que no se han distinguido durante sus años juveniles por su desprendimiento en reivindicar mejoras para el bien común, pero concedámosles que ello les hubiera distraído de sus propósitos serviciales.

¿Así es que para qué demonios necesitamos una Biblioteca en el Centro de paseo de la Ciudad, si, con lo mismo, corremos el peligro de que aumenten exponencialmente quienes agostan nuestras cosechas. Y, con lo mismo, nos quitamos de en medio unos puestos ordinarios de trabajo que podemos emplear en otro lugar a horas intempestivas?

[La ilustración es de Rob Gonsalvea].

2 comentarios:

  1. En esa forma de pensar, no solo las bibliotecas, creo que termina sobrando absolutamente todo.

    ResponderEliminar
  2. Entonces, ebge, ¿qué es lo que tiene capacidad de transformación?

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.