martes, 20 de marzo de 2012

Violetas (¿dónde dormiremos?)


El viernes me llevó la Bibliotecaria a verlas. «Mira, las violetas». Fui yo quien le enseñó el sitio hace unos años. Desde entonces, nos hemos acercado cada final de invierno a contemplarlas. Y resulta que ahora –¡qué delirios los míos en estos días!– se me había pasado. Están en el mismo lugar de siempre, en el arriate cubierto de hiedra rastrera que se encuentra en mitad del Parque de la Isla, ya cercano al río. Apenas hace un año que arreglaron todo el recinto. Trajeron tierra. Plantaron. Y… la mayoría de la vegetación de suelo se ha secado. Pasear por sus calles, deprime un poco. Apenas resisten unas plantas de temprano brezo y un par de matas de bolas de invierno. Pero ahí están las violetas, entre hojas bicolores, acompañadas de los diminutos verdes brotes de su compañera la hiedra. Seguramente no hay mucha gente que sepa de su existencia y ello les hace florecer.

«Hay algo que no va a volver», le digo a la Bibliotecaria. Después de 244 años de salir a la luz, impresa, deja de publicarse en papel la Enciclopedia Británica. El mundo digital –tan deletéreo, displicente y, aún, provocador– se lleva las certezas. Hasta las más firmes. La tibieza del espacio nube, que es al que acudimos cuando queremos consultar algo, ha engullido el cardo dorado, sin mostrar signos de haberse atragantado. (Lejos aquellos tiempos en que los feroces vikingos retrocedieron a la vista de Edimburgo ante un suelo que los llenaba de raspaduras). Ya no sabremos a dónde echar mano cuando se nos tronche una pata de la cama.

10 comentarios:

  1. ¡Ay esa ferocidad cibernética!
    No obstante, ante la desolación que esta certeza me provoca, tengo un mecanismo de defensa: detrás de todo lo que sale en esta pantalla hay seres humanos.

    Y por supuesto, si se te rompe la pata de la cama, lo mejor es calzarla con el ordenador.

    Un abrazo Lavela.

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  2. Espero que no todo el conocimiento universal se confíe a la nube. Una caída de energía, y nos damos a los diablos. Un jáquer de esos, y nos roba toda la física o la matemática entera. Un fallo de programación, y toda la literatura universal se queda aislada de los lectores. Un virus informático, y a contar con los dedos otra vez.

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  3. Lo de la Enciclopedia británica se veia venir, yo si creo que todo estará en la nube y aunque me resisto a creer que va a desaparecer el papel si creo que va a ser sustituido en muchas ocasiones por la pantalla, enciclopedias, prensa diaria...
    Las violetas pienso ir a verlas, ya os contaré.
    Y lo de la pata de la cama, apoyo totalmente a Elena, muy bueno, ja ja

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  4. ¡Qué gran idea, Elena! No se me había ocurrido: emplear el ordenador para calzar la cama.

    Abrazos a ti.

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  5. No paran las desgracias, ebge. Estar y no estar. Cada vez nos parecemos más a la mecánica cuántica.

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  6. Bueno, Ayla, a ver si resisten las violetas hasta que vayas a verlas.

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  7. La naturaleza tan agradecida y cariñosa volviendo año tras año a obsequiarnos... no es nada, nada rencorosa, es cierto que los que fallamos somos nosotros.
    Desaparece y se esfuma la enciclopedia Británica y con ella el sueño de todo bibliotecario de castigar a algún usuario de cara a la pared sujetando tan tocho british... no pasa nada porque volvera facsimilizado... al tiempo

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  8. Aun nos queda el ESPASA y las violetas...

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  9. Perspicaz mirada la tuya, Amalia. Cuando la gente del smartphone esté en los sillones, mandarán reproducir la Británica en papel para llenar los hermosos edificios de cristal que diseñarán.

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  10. Menos mal, Esther. Procuraremos disfrutarlas.

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